Hoy, ¡Gran Estreno!

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Sergio Romero – Director del Departamento Multi-Cultural AWC.

Una noche de 1808, un hombre de aspecto desolado y triste entró en la oficina del Dr. James Hamilton, en Manchester, Inglaterra.  Al médico le impresionó mucho la apariencia melancólica de aquel hombre, y le preguntó: “¿ Está usted enfermo?”.

“si doctor, de una enfermedad incurable”.

“¿Y qué enfermedad?”.

“Estoy aterrorizado del mundo que me rodea.  La vida me deprime.  No puedo hallar la felicidad, nada me interesa; no tengo razón para vivir.  Si usted no puede ayudarme me mataré”.

“El mal no es incurable, lo único que tiene que hacer es olvidarse de sí mismo.  Lo que necesita es reírse; gozar de la vida”.

“¿Y que debo hacer?”.

“Vaya esta noche al circo a ver a Grimaldi, el payaso.  Es el hombre más gracioso que existe.  El lo curará.”

Un espasmo de dolor cruzó el rostro del pobre hombre mientras decía: “Doctor, no se burle de mí; yo soy Grimaldi”.

Patética escena de una realidad que lastima.  Es difícil encontrar hoy, quien manifieste que es feliz.

Patética escena de una realidad que lastima.  Es difícil encontrar hoy, quien manifieste que es feliz.

Hay quienes dicen: “Si tuviera más dinero sería feliz”; sin embargo sabemos de sobra, que la felicidad no depende de nuestra posición sino de nuestra disposición.  Baste como ejemplo, la vida (si es que se la puede llamar vida) del multimillonario Howard Hughes a quien se lo consideró él hombre más rico del mundo, pero a pesar de sus millones, vivió como un ermitaño hasta su muerte; y las descripciones de quienes lo vieron lo acercan más al infierno de Dante, que a la vida real.  La verdadera felicidad no consiste en tener mucho de que vivir, sino mucho por que vivir.

Otros, afirman que el destino los ha castigado con mano dura, y que si su cuna hubiese sido otra, otra hubiera sido también su suerte.  Pero ¿Qué podríamos decir de Epicuro, Demóstenes, Terencio, Miguel de Cervantes, Tamerland?  Triunfaron pese a todo.

Pero veamos más… ya que alguno podría decir que ellos llegaron al éxito y eso les dio felicidad.  Pero, ¿qué decir de San Francisco de Asís, que cambió su riqueza por la nada?  Y quienes vimos la película “ Hermano sol, hermana luna”, nos inspiramos en su paz, y en esa sonrisa que denota una felicidad que no brota de lo mucho que se tiene, sino de lo mucho que se hace por los demás.

Se habla tanto de la influencia de la mente sobre el cuerpo; sin embargo, cuánta influencia existe del cuerpo sobre la mente.  Colócate frente a un espejo y comienza a sonreír, mientras intentas suavizar las arrugas que surcan tu rostro, no producto de la edad, sino de las actitudes de rencor, desánimo y amargura.

Verás pronto como tus pensamientos negativos comienzan a hacerse positivos y la sonrisa de tu rostro, se transforma también en una actitud interior de paz y felicidad.

¡Sonríe! no te digo “ríe”, ya que no hay nada más triste que la carcajada vacía y hueca.

Observemos la vida de Hellen Keller, mujer feliz, pese a lo que muchos podrían considerar como el fin de la vida. Su mudez, ceguera y sordera no le impidieron transformarse en una mujer dinámica y llena de optimismo.

Bien dicen algunos, que todo es según el color del cristal con que se miren las cosas.

Vemos como ni la pobreza, ni la cuna, ni el anonimato, ni los defectos, pueden apagar esa actitud de gozo y felicidad que poseen algunos, sin reparar en lo que tienen, sino en lo mucho que les queda.

La actitud egoísta de quién busca su sólo placer, hace de tal, el ser más infeliz y amargado.  No puede ser feliz quien está dominado por el deseo enfermizo de ser servido, creyéndose único merecedor de tal bien.

El placer y la alegría estriba en dar, no en recibir.

Tagore decía: “Yo dormía y soñaba que la vida era alegría, desperté y vi que la vida era servicio, serví y vi que el servicio era alegría.

Te garantizo que con esta receta comenzarás a tener la primavera en tu corazón.

Decide hoy tener una vida diferente, ofrece de lo tuyo lo mejor; tu sonrisa, tu actitud, tu servicio.  Te propongo algo:  Ten hoy un gran estreno: TU SONRISA.  o mejor dicho ¡ Un permanente estreno!  Serás feliz.